La palabra que sana.Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además... A. Pizarnik
Publicado en La palabra que sana. el 10 de Abril, 2009, 22:35
por elarbolrojo
Casi prestidigitador.
Desde lejos amortigua la luz, mueve las sillas sin tocarlas. Se cansa. Se quita el sombrero y se abanica. Después, muy lentamente, se saca tres naipes del oído. Disuelve una estrella analgésica verde en un vaso de agua, removiendo con una cucharilla de plata. Se bebe el vaso y la cuchara. Se vuelve transparente. En su pecho se ve un pescado de oro que flota. Muy cansado, más tarde, se tiende en el sofá, y cierra los ojos. "En la cabeza tengo un pájaro", dice. "No puedo sacarlo". La sombra de dos grandes alas llena el cuarto.
Traducido por Juan Ruiz de Torres
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Etiquetas: yannis ritsos
Publicado en La palabra que sana. el 23 de Julio, 2008, 9:58
por elarbolrojo
Llanura
Lago. El lago. Hundidas las orillas. Bajo la nube la grulla. Blancos brillan los milenios de los pueblos de pastores. Con el viento
subí monte arriba. Aquí viviré. Un cazador era yo pero me venció la hierba.
Enséñame a hablar, hierba, enséñame a estar muerto y a escuchar, largamente, y a hablar, piedra, enséñame a permanecer, agua, y por mí, viento, no preguntes.
País de sombras ríos. Johannes Bobrowski. Traducción de Clara y Alfonsina Janés. (Ediciones Linteo, Orense 2008)
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Publicado en La palabra que sana. el 19 de Junio, 2008, 18:13
por elarbolrojo
NIÑAS pequeñitas enjabonan el pelo al sol
y el sol blasfema como un chiquillo mal educado
al que sumergen la cabeza en el estanque para lavársela.
Miles de pompas de jabón suben en el aire,
semejantes a diminutos arco iris sobre el horizonte de una mariposa encantada.
Las palomas persiguen las burbujas. La luz gesticula mientras regaña a las golondrinas
soñolientas.
Y a pesar de tanto ruido, no interrumpen su sueño
los adultos.
Pongamos, pues, una cigarra en la nariz del abuelo
para que sienta el olor de nuestra primavera
y su bastón florezca como un cerezo pequeñito sobre la cisterna.
Yannis Ritsos, Sueño de un mediodía de verano.
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Publicado en La palabra que sana. el 21 de Febrero, 2008, 1:38
por elarbolrojo
Los construye-sonrisas
de Shel Silverstein
El gigante Rostro Largo
cansado de estar mohíno,
nos llamó a mí y a Pablo
para que sostuviéramos en vilo
las comisuras de sus labios.
Llevamos así doce meses
aguantando con energía,
y es que es difícil a veces
lograr que alguien sonría.
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Publicado en La palabra que sana. el 27 de Enero, 2008, 2:21
por elarbolrojo
MODESTO DESAHOGO por Tomás Segovia
Estoy más triste que un zapato ahogado estoy más triste que el polvo bajo los petates
estoy más triste que el sudor de los enfermos estoy triste como un niño de visita como una puta desmaquillada como el primer autobús al alba como los calzoncillos de los notarios triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices estoy harto de quedarme con el saludo en la boca de salir bien dibujado entre la muchedumbre
para que me borre siempre el estropajo de su roce de no estar nunca en foco para ningunos ojos de tener tan desdentada la mirada de navegar tras la línea del horizonte con mis banderitas cómicamente izadas
no puedo más de no ser nunca nadie de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno de no irrumpir de no alterar el oleaje de no curvar jamás un tren de ondas de no desviar a mis corrales la palabra suelta
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral De no poblar ni el más vago sueño ocioso De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro. Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
de que quieran para ellos solos toda la juventud todos los influjos en las cosas del mundo todo el favoritismo de la puta alegría toda la iniciativa de renuevo y capricho de que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
todo el capital de risa y de coloquio que repartido con justicia alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos a todos los hambrientos de carne de comunión y sedientos de vino de comunión a todos los que están tristes
como faldones arrugados que les cuelgan a los otros en fin estoy jibosamente desolado
de haber envejecido sin seguro de vida sin seguro de nombre sin cavar mi guarida en el espeso ahorro de no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
de haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas terriblemente triste de que no me hayáis perdonado.
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Etiquetas: tomás segovia, poesia
Publicado en La palabra que sana. el 17 de Octubre, 2007, 23:46
por Inari
medrei e ti nunca soubeches dos meus orgasmos oníricos nin da cúpula dun carenado que se me cravaba entre as vértebras
roubeilles ás pedras o dereito a dicir tantas mentiras que escoitei tantas verdades que nunca me atrevín a berrar
os
teus ollos gardan o xeito da terra triste cando se molla como outra
ínfima bágoa que esvara ó tempo que lixas outra ínfima vea esnaquizada
mil veces
trona e eu atrónome cos nosos soños compartidos e o fascismo noxento que os empurrou
bendígote por marchares e ogallá xa ninguén quede nesta ilusión murcha esfarelada neste baile de marcas mortas e cartos virtuais
bendígote por ladráresme por craváresme os dentes nestas pernas que hoxe só percorren distancias abarcables
Lupe Bao
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Etiquetas: lupe bao
Publicado en La palabra que sana. el 27 de Septiembre, 2007, 11:54
por Inari
Alicia
Alicia bebió de la botella que decía "bébeme",
y sus piernas se alargaron y se alargaron.
Luego comió del plato que decía "pruébame",
y sus piernas se achicaron y achicaron.
Alicia mucho se transformó, mientras que otros
nunca cambiaron, pues jamás nada probaron.
Silverstein.
(nota: poema encontrado al llegar a mexico, despeinada como nunca)
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Publicado en La palabra que sana. el 23 de Septiembre, 2007, 13:50
por Inari
"Desperté de ser niño; nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre."
Miguel Hernández y sus Nanas de la cebolla.
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Publicado en La palabra que sana. el 22 de Septiembre, 2007, 13:37
por Inari
VASO
La puerta
abierta hacia la noche, y el pájaro sonámbulo en los bosques bebe estas auroras rojas.
Los dioses blancos de tu boca ahogándose en el vaso.
Aquel mar es tan profundo que temblaban los barcos. Sigamos.
Mis ojos entre el humo. Y a la orilla del mundo, tu mano tendida a los naufragios.
Ahora nadie canta.
El planeta vacío que dormía en la copa está en mi garganta. Pequeño ruiseñor.
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Publicado en La palabra que sana. el 26 de Abril, 2007, 15:19
por Inari
antes de usar: agítese
(esto en realidad, es un mensaje sublimimal para que usted se enfade, usted que lleva un pájaro de ópalo en la frente podrá volar siempre que quiera, volar y dejarse caer como las brujas de los sueños que no cantan ellas si no les cantan,
antes de hacerlo, no obstante, antes de hacerlo alguien le dirá "piénseselo"
y usted marcado desde niño por la banda sonora de una película yugoslava tendrá que pensar seriamente en qué lado del paraíso vive)
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Etiquetas: ópalo, agítese
Publicado en La palabra que sana. el 8 de Febrero, 2007, 17:59
por Inari
YO SÉ QUE EL TIERNO AMOR
ESCOGE SUS CIUDADES...
Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades y cada pasión toma un domicilio, un modo diferente de andar por los pasillos o de apagar las luces.
Y sé que hay un portal dormido en cada labio, un ascensor sin números, una escalera llena de pequeños paréntesis.
Sé que cada ilusión tiene formas distintas de inventar corazones o pronunciar los nombres al coger el teléfono. Sé que cada esperanza busca siempre un camino para tapar su sombra desnuda con las sábanas cuando va a despertarse.
Y sé que hay una fecha, un día, detrás de cada calle, un rencor deseable, un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.
Yo sé que el amor tiene letras diferentes para escribir: me voy, para decir: regreso de improviso. Cada tiempo de dudas necesita un paisaje.
Luís García Montero
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Publicado en La palabra que sana. el 3 de Septiembre, 2006, 2:42
por Inari
HABÍA NACIDO CON ZAPATOS...
Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto, que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos en aquel tiempo. Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como el fuego. Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con pie punzó. Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose una a cada boca. Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba en la noche a buscar doncellas. Y nunca la eligió.
Marosa di Giorgio, de "La liebre de marzo" 1981
El circo azul, Marc Chagall
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Publicado en La palabra que sana. el 1 de Septiembre, 2006, 18:35
por Inari

(Venus of the forest- Mariela de la Paz)
UNIÓN LIBRE
Mi mujer de cabellera de llamas de leña De pensamientos de relámpagos de calor De talle de reloj de arena Mi mujer de talle de nutria entre los dientes del tigre Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de última magnitud De dientes de huellas de rata blanca sobre la tierra blanca De lengua de ámbar y de cristal frotados Mi mujer de lengua de hostia apuñalada De lengua de muñeca que abre y cierra los ojos De lengua de piedra increíble Mi mujer de pestañas de palotes de escritura de niño De cejas de borde de nido de golondrina Mi mujer de sienes de pizarra de tejado de invernadero y de vaho de cristales Mi mujer de hombros de champán Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo Mi mujer de muñecas de cerillas Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones De dedos de heno cortado Mi mujer de axilas de marta y de encinas De noche de San Juan De alheña y de nido de escalarias De brazos de espuma de mar y de esclusa Y de mezcla del trigo y del molino Mi mujer de piernas de bobina De movimientos de relojería y de desesperaci6n Mi mujer de pantorrillas de médula de saúco Mi mujer de pies de iniciales De pies de manojos de llaves de pies de calafates qe beben Mi mujer de cuello de cebada imperlada Mi mujer de garganta de Valle de oro De cita en el lecho mismo del torrente De senos de noche Mi mujer de senos de pinera marina Mi mujer de senos de crisol de rubíes De senos de espectro de la rosa bajo el rocío Mi mujer de vientre de apertura de abanico de los días De viente de zarpa gigante Mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical De espalda de mercurio De espalda de luz De nuca de piedra rodada y de creta mojada Y de caída de un vaso en el que se acaba de beber Mi mujer de caderas de lancha De caderas de lucerna y de plumas de flecha Y de tallos de pluma de pavorreal blanco De balanza insensible Mi mujer de muslos de greda y de amianto Mi mujer de muslos de lomo de cisne Mi mujer de muslos de primavera De sexo de gladiolo Mi mujer de sexo de placer y de ornitorrinco Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos Mi mujer de sexo de espejo Mi mujer de ojos llenos de lágrimas De ojos de panoplia violeta y de aguja inmantada Mi mujer de ojos de llanura Mi mujer de ojos de agua para beber en prisión Mi mujer de ojos de leña siempre bajo el hacha De ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego
Versión de Manuel Álvarez Ortega
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Publicado en La palabra que sana. el 31 de Agosto, 2006, 21:27
por Pablo-san
Vuelvo a ser invitado por Inari para colgar un texto. Vuelvo a ser inventado y a inventar. En las rojas tardes de mi infancia, allá en la planicie de Eridania, a los pies del Monte Olimpo, entre la polvareda leía libros sobre imaginarias civilizaciones en nuestro vecino planeta, la Tierra. Hoy sabemos que allí la vida es imposible: hay demasiada agua. De cualquier modo, aunque la ciencia nos diga lo contrario, nunca dejaremos de soñar con otras tierras, donde gentes como nosotros viven y mueren, crean y son creados.
Aquí les pongo un texto que un terráqueo escritor imaginario, al que aquí llamaré Ray Bradbury, escribiría sobre una familia común y corriente de nuestras rojas tierras:
"Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblo marciano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas."
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Publicado en La palabra que sana. el 28 de Agosto, 2006, 15:36
por Inari
EN UN EJEMPLAR DE "LES CHANTS DE MALDOROR"
Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los niños de la medianoche. El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra. Palabra o presencia seguida por animales perfumados; triste como sí misma, como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.
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Publicado en La palabra que sana. el 25 de Agosto, 2006, 13:42
por Inari
Unha muller que non coñecía Quixo venderme trescentos buracos e un aroma. Aquel día Saqueille un peixe de debaixo do sombreiro E metinllo por entre os ollos.
Que bonito -dixo- o día é moi bonito.
Agora xa hai anos que saímos A visitar todas as pontes E a tocarnos as estrelas
Que bonito -dixo- que bonito é ver como morren os xigantes por debaixo das pontes e non pasar de longo.
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Publicado en La palabra que sana. el 24 de Agosto, 2006, 0:59
por Pablo-san
Lizardi, vino Rimbaud preguntando por ti, y le dijimos que también nosotros te esperábamos, que hacía mucho tiempo que no aparecías por casa; y nos sentamos sobre la hierba a comer relojes, y enviamos mensajeros a la torre de Alós por ver si estabas ahuyentando cuervos en aquellas largas escaleras. Luego escuchamos la campana, los ladridos de los perros. Surgías de pronto en el camino, dando tumbos, estabas por fín entre nosotros, pero sólo eras un cadaver sentado en el trono de un otoño ya perdido. Alguién cerró tus ojos, adiós, adiós, y amanecía sobre las zanahorias, sobre la huerta cuando te enterrábamos, oh petit poete, sin canciones sin cohetes, colocado cuan largo eras entre los terciopelos de un hueso de albaricoque.
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Publicado en La palabra que sana. el 21 de Agosto, 2006, 23:10
por Inari
NOCTURNO EN QUE NADA SE OYE
En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte en esta soledad sin paredes al tiempo que huyeron los ángulos en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre para salir en un momento tan lento en un interminable descenso sin brazos que tender sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible sin más que una mirada y una voz que no recuerdan haber salido de ojos y labios ¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios? Y mi voz ya no es mía dentro del agua que no moja dentro del aire de vidrio dentro del fuego lívido que corta como el grito Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro cae mi voz y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura como el hielo de vidrio como el grito de hielo aquí en el caracol de la oreja el latido de un mar en el que no sé nada en el que no se nada porque he dejado pies y brazos en la orilla siento caer fuera de mí la red de mis nervios mas huye todo como el pez que se da cuenta hasta ciento en el pulso de mis sienes muda telegrafía a la que nadie responde porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.
Xavier Villaurrutia.
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Publicado en La palabra que sana. el 21 de Agosto, 2006, 22:52
por Inari
LAS OLAS MECEN AL NAVÍO MUERTO
Yo en la orilla silbando, miro la estrella que humea entre mis dedos.
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Publicado en La palabra que sana. el 9 de Agosto, 2006, 16:34
por Inari
Fai un tempo, Alberte prestoume este libro de Estevo Creus, Areados, dixo que me ía gustar moito e así foi. Con el gañou o Premio de Poesía Miguel González Garcés no 96. Teño que dicir, que foi dos poucos libros que viaxou a México desta vez. E aquí anda, dándose a ler a quen queira.
I
Quero que vos caian na cabeza un par de tigres. Que vos anden pola boca todo o día que vos resoen na cara que penetren nos vosos ollos e non saibades por que. Que vos cansen que vos abafen que vos farten que vos saian da memoria máis profunda quizais ás doce en punto cando ninguén o espera.
Quero que vos caian na cabeza un par de tigres
así de dolorosos.
NOTA DO AUTOR. DECLARACIÓN DE INTENCIÓNS.
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Publicado en La palabra que sana. el 8 de Agosto, 2006, 19:51
por Inari
MALVA FLORES (Ciudad de México, 1961) Poeta, traductora y editora. Becaria del Instituto Nacional de Bellas Artes (1985). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía "Elías Nandino" en 1991. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en el área de ensayo (1993-1994) y de poesía (1995-1996).
Ultimamente leí un libro titulado Chiapas voces particulares,(Consejo nacional para la Cultura y las Artes de México) selección, prólogo y notas hechos por ella.
La ilusión entra por los ojos. Mirar es perder la brújula, el oriente. Ojos de mosca para mirarlo todo. Para saberlo todo, piedra. Inagotable piedra en el mutismo, en la ceguera. Inmóvil y cierta. Aquí. Que la ilusión va en otra vía.
(Ladera de las cosas vivas)
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Publicado en La palabra que sana. el 7 de Agosto, 2006, 3:17
por Inari
Estás como caída.
Estás como caída, depresión ou lobos azúis e lonxe esfragándose antigos.
Estás, amor, perdida, ledamente ensarillada en ti, ledamente acompasada á morte que se achega con tatuaxe de festa.
Estás, oh castiñeiro de vran, cobexando tropas de saltóns e chuchameles murchos.
Estás de ventre aberto e unha procesión de agres berros, volvoretas, arrótanche as entrañas e os adentros sen luz.
Estás, fuxinte, eiquí e non estás porque sábe-lo arte de seres simultánea e agallopar cos ollos os teus trigos nativos poderosamente ateigada de sol e de mapoulas.
Estás en min, coma quen ten, sin nome, un melro ou un fouciño pra conqueri-los días nos que ti non estás, nos que ti non estás, nos que ti non estás.
De Con pólvora e magnolias
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Publicado en La palabra que sana. el 6 de Agosto, 2006, 19:05
por Inari
PABLO IBÁÑEZ DE LILLE (Chilango por nacimiento y gallego de vocación)
ANATOMÍA
Los labios son la flor de lo que digo y sus raíces hunde la garganta en el mar pulmonar en que navega el ritmo.
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Publicado en La palabra que sana. el 6 de Agosto, 2006, 17:26
por Inari
EUNICE ODIO (San José, Costa Rica 1922- México 1974)
DECLINACIONES DEL MONÓLOGO
I Estoy sola, muy sola, entre mi cintura y mi vestido, sola entre mi voz entera, con una carga de ángeles menudos como esas caricias que se desploman solas en los dedos. Entre mi pelo, a la deriva, un remero azul, confundido, busca un niño de arena. Sosteniendo sus tribus de olores con un hilo pálido, contra un perfil de rosa, en el rincón más quieto de mis párpados trece peregrinos se agolpan.
II Arqueándome ligeramente sobre mi corazón de piedra en flor para verlo, para calzarme sus arterias y mi voz en un momento dado en que alguien venga, y me llame... pero ahora que no me llame nadie, que no quepo en la voz de nadie, que no me llamen, porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez, a la raíz complacida de mi sombra, porque ahora estoy bajando al agónico tacto de un minero, con su media flor al hombro, y una gran letra de te quiero al cinto. Y bajo más, a las inmediaciones del aire que aligerado espera las letras de su nombre para nacer perfecto y habitable. Bajo, desciendo mucho más, ¿quién me encontrará? Me calzo mis arterias (qué gran prisa tengo), me calzo mis arterias y mi voz, me pongo mi corazón de piedra en flor, para que en un momento dado alguien venga, y me llame, y no esté yo ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo. y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz, y mi alto corazón de piedra en flor.
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